Es momento de detenernos a pensar en qué es lo que pasa. No podemos simplemente andar por ahà especulando, juzgando, señalando sin entender el fondo de las cosas. La lección de fragilidad de la vida que lleva meses enseñándonos el COVID-19, no ésta siendo asimilada. No estamos valorando la posición que tenemos en medio del caos y el ambiente apocalÃptico. Somos a todas luces privilegiados. Vivimos vidas superficiales, en el mejor de los casos vivimos en palabras de Kierkegaard en un estadio ético. Lo poco buenos que hacemos, lo hacemos por el qué dirán. Nos importa más la apariencia que la escencia.
Desde ayer nuestro paÃs se desangra. No más de lo habitual. Se desangra diferente. Se desangra en la calle. Hermano contra hermano, colombiano contra colombiano. Ni siquiera la ética del simio Cesar "simio no mata simio" nos rige.
Nuestro no pusilánime y vergonzoso gobierno intenta defender la institucionalidad. Hay cosas indefendibles. La verdad es subjetiva, pero hay cosas evidentes y groseras. Tanto la agresión policial y el uso desmedido de la fuerza, como la protesta violenta inexcusable pero comprensible; no deben ocurrir, deben detenerse pero no lo harán. Mutaran como siempre, migrarán a otros espacios, con otras personas, con otros nombres, la violencia colombiana siempre se recicla asà misma. Nacimos en guerra. Pensamos que tal vez no moririamos en ella. Nos ilusionamos cada tanto con la "paz". Nunca llega, nunca esas cosas pasan por aquÃ. Seguimos siendo los mismos, gobernados por los mismos "buenos muchachos" seguimos con un salario que te obliga a montar en sistemas de transporte mediocres e ineficientes que sueñas con incendiar y Zas! De repente ves la oportunidad. La sociales pobre e inculta se hastÃa, se irrita con facilidad y el sistema lo sabe y lo provoca.
Necesitamos más violentos que justifiquen la represión y la acumulación poder en manos capaces de aplastarnos cuando no sirvamos para más.
Ninguno tiene la razón. Ni la policÃa ni los vándalos. Nadie sabe lo que hace, nadie piensa, nadie mide consecuencias. Nadie ama, nadie tolera, nadie sueña algo diferente para este paÃs mal hecho.
Nadie sabe qué está pasando aquÃ.